El accidente cerebro vascular también conocido como derrame cerebral o embolia puede provocar daños severos en la salud de una persona, incluso la muerte. Cuando se produce un accidente cerebro vascular (ictus) es importante actuar con la máxima celeridad. Reconocer con rapidez esa lesión y recibir atención médica a la mayor brevedad disminuye considerablemente la probabilidad de secuelas. Una persona puede fallecer, quedar encamada o con una hemiplejia grave si sufre un ictus. Las alumna del Taller de Empleo de Atención Sociosanitaria a personas dependientes aprenden los signos por lo que se detecta un ictus que, en la mayoría de los casos, se presentan de forma repentina. No todas las personas lo manifiestan de la misma manera. Entre los síntomas destaca:

  • hormigueo en los músculos faciales, brazos o piernas de un único lado.

  • dificultad para hablar, aturdimiento y pérdida de visión en uno o los dos ojos. 

  • dificultad para caminar y dolor de cabeza súbito.

Para confirmar que estamos ante un ictus podemos realizar las siguientes pruebas:

  • Pedir a la persona que sonría y comprobar si un lado de la cara se cae.

  • Pedir a la persona que alce ambos brazos y ver si levanta ambos o solo uno.

  • Pedir a la persona que repita una frase simple y ver si la pronuncia correctamente o habla de forma extraña.

Ante la mera sospecha de ictus deberemos marcar el teléfono de urgencias (112) para explicar lo sucedido y recibir la recomendación pertinente.

La persona que ya ha sufrido un ACV es propensa a sufrir otro.

De forma genérica se recomiendan como medida de prevención desarrollar hábitos saludables como: dieta saludable, cumplir con los tratamientos y mantenerse físicamente activo.