El periodo de adaptación a una institución de una persona dependiente comienza desde el momento en que se tiene conocimiento del futuro ingreso a la institución hasta la integración del residente a la vida del centro, periodo que suele establecerse en unos seis meses (desde el momento del ingreso).
La adaptación a un centro no suele ser una tarea sencilla porque en muchas ocasiones el ingreso no es un acto completamente libre y voluntario. El ingreso se produce a veces por una pérdida de autonomía personal, lo cual resulta una situación indeseada, que suele provocar pesar tanto en residentes como en familiares.
En este periodo se suelen producir fenómenos como la pérdida de relaciones, puesto que se produce un desarraigo respecto a la red social. Por otra parte, se produce una pérdida de familiaridad por el cambio de hogar. Así mismo suele perderse autonomía personal, ya que actividades que antes se practicaban en los hogares no se realizan en los centros, como por ejemplo cocinar.
Una atención diferente merece cuando se produce un ingreso de una persona con deterioro cognitivo (por ejemplo, por demencia), caso en que se requiere prestar especial dedicación pues se produce una desorientación. La preparación de los centros con elementos técnicos que contrarrestan la desorientación, como relojes, pictogramas, calendarios y otros productos facilitan la vida de este perfil de usuarios.
En el proceso de adaptación a los centros, el profesional de atención sociosanitaria debe poner en práctica la función de facilitador de la integración de los usuarios en la vida del centro. Por otra parte, se deberá observar y registrar potenciales conductas problemáticas para abordarlas a la mayor brevedad. En este periodo la labor del equipo de profesionales y el apoyo de las familias será muy importante para que la adaptación se produzca de una manera fluida.